Posiblemente no lo recuerdes pero mañana hará un año exactamente en que la vida nos dio una segunda oportunidad.
Jamás podré olvidar ese día, los nervios que sentí porque iba a verte después de 20 años, la prisa que tenía por llegar a tu encuentro, los vilanos cayendo de los árboles como si fueran copos de nieve mientras caminaba a tu encuentro por el arenal...verte a lo lejos...el vuelco que me dio el corazón al reconocerte...las sonrisas que se nos salían del pecho al acercarnos...parecía grabado a cámara lenta...la necesidad de tocarte para ver que eras real después de tantos años...la paz que sentí al abrazarte...sentir tú calor...aspirar tu olor...saber que estaba en el lugar exacto, en el momento exacto con la persona exacta...
Jamás en la vida había sentido algo así con nadie y la intuición y la vida me están enseñado que ésto solo pasa una vez en la vida si tienes suerte, en nuestro caso privilegiado fueron dos veces, demasiadas oportunidades que sólo dos necios desperdiciarían, pero aquí estamos, desperdiciándolas.
No puedo negar que se me saltan las lágrimas mientras escribo esto, después de éste año es como si estuviera empezando a leer un libro que sé cómo acaba, y acaba mal, muy mal. Conmigo destrozada por si quieres más detalles.
Este año ha sido el trago más amargo de mi vida por haberme permitido vivir el amor más grande de ella.
Si aún con todo lo que sé ahora que vendrá después me preguntas si valió la pena te diré que ha valido hasta la última lagrima que verteré el día que me muera al recordarte.
Aquél día tocamos el cielo con las manos, literalmente, y sólo diré que ojalá hubieras sido más valiente, ojalá hubieras actuado como debías con valentía y honestidad con los demás y contigo mismo. Yo así lo hice, tú no, tal vez porque yo te quise más a ti que tú a mí. Pero ese día hace exactamente un año, ese día, nos quisimos por igual, nos amamos hasta el alma según cruzamos nuestras miradas y tocamos el cielo con las manos, juntos. Con tus dedos entrelazando los míos, con nuestras manos y nuestras bocas unidas como un imán, si existe algo perfecto en la vida fue eso, y con eso me quedo.
Y qué difícil está siendo volver a la realidad después de eso. Solo los necios pueden conformarse con la mediocridad después de haber tocado algo tan sublime con la punta de los dedos. Si cierro los ojos aún te huelo, aún te siento, aún veo tú perfil aristocrático caminando junto a mí por las calles de Bilbao con nuestras manos agarradas muy fuertes y seguras de estar donde debían y con quién debían.
Aquél día me enamoré de ti por segunda vez en mi vida, la primera vez fue con 14 años cuándo te vi por primera vez quitándote el casco de moto con tu aire chulesco de 19 años. Las dos veces el corazón se me salió del pecho al verte y si existe el amor es eso, y de esa creencia no me mueves.
Ojalá pudieras ver el camino en la linea de la vida que estás dejando sin recorrer. Yo lo vi tan claro desde el principio...lo podríamos haber recorrido junto de la mano como aquél día, estoy tan segura de ello que duele como si me estuvieran acuchillando desde dentro del corazón, no quisiste recorrerlo conmigo y aún estoy asimilándolo.
Pero hoy solo quiero recordar ese día, el día en te volví a amar y conocí el amor verdadero. El día que entendí que amar también es dejar ir a quien no quiere quedarse, aunque te mate por dentro hacerlo.