domingo, 26 de abril de 2020

TORTUGAS Y UNICORNIOS

Hay personas que son como las tortugas.

Viven dentro de su caparazón y no permiten que te acerques lo más minimo.  Si lo intentas, aunque sean conscientes de que tienes buenas intenciones y que te importan de verdad, se encierran adentro y te mandan al carajo.

Lejos, lejos! No vaya a ser que logres rozarles la coraza.

Da igual lo que hagas. Da igual lo que digas. Da igual lo que les demuestres...no saldrán de allí dentro.O lo que es peor, si salen y te acercas demasiado son capaces de morderte.

Harán lo que sea necesario para alejarte de ellos, para que no invadas su espacio, para marcar el territorio donde se sienten seguros y a salvo.
No permitirán bajo ningún concepto que perturbes su especie de muerte en vida.

Ellos creen que a cambio de la renuncia a sentir son inmunes al dolor y al sufrimiento,pero realmente no lo son. Y aunque se auto convencen pensando que así están mejor, siempre acaba apareciendo alguien que les cuestiona todos sus argumentos y les arroja algo de luz. 

Hay una grieta en todo...aunque no lo quieras ver.

Luego estamos los unicornios.

Adalices de las causas perdidas e imposibles, incapaces de encender las luces de alerta.
Incapaces de huir cuando saltan todas las señales de peligro.
Incapaces de no intentar arreglar algo que está completamente roto.
Incapaces de no dejarnos la vida intentando agrietarles el caparazón.

Incapaces de protegernos un poco siquiera de nosotros mismos...incapaces de verdad, incapaces.

Supongo que somos unicornios masoquistas. Una rareza de la naturaleza con una buena Tara.

Lo que sí está claro es que siempre perdemos.
Lo sabemos de antemano y aún así, no nos damos por vencidos.

Lo decía Ivan Ferreiro en esa canción: " Y tú ahí sigues sin paraguas, sin tu ropa, paseando, como una tarde de julio pero con frío y tronando, se puede saber que esperas, que te mire y que te seque...".

 Y si, yo soy esa persona que te mira y que te seca. 

2 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Yo creo que pierden todos.
Las tortugas y los unicornios.

Alís dijo...


A estas alturas ya deberíamos saber que los extremos no son buenos. Los que se protegen de todo acaban alejándose también de la posibilidad de ser felices, y los que se lanzan con todo a cualquier aventura pueden acabar con más heridas de las necesarias. No se trata de ir desconfiando de los demás, pero siempre es bueno tener algo de cautela. No sería raro que los unicornios acaben siendo tortugas a fuerza de palos.

El ideal y lo más difícil es el equilibrio. Al menos, buscarlo. Si algún día lo encuentro, te cuento.

Un abrazo

PD. Gracias por traerme hasta aquí