lunes, 1 de febrero de 2010

El miedo

A veces tengo la sensación de estar en una montaña rusa en la que yo no soy una persona que va montada en ella, sino la montaña misma.
Mis movimientos se hacen lentos o rápidos dependiendo del ánimo que impulsa mis fuerzas.
Hay momentos en los que tengo fuerza sobrehumana y otros en los que no soy más que la sombra de mí misma, fragmentos desperdigados que tengo que pegar, uno a uno, para recomponerme y seguir adelante.
La vida se detiene. ¿ Se detiene? No. La vida no se detiene por nada, no se detiene por nadie, ni siquiera por mí. A veces me siento joven y otras veces siento que la edad pesa y pesa como una losa sobre mi espalda.
Calma, tempestad, felicidad, miedo.. Todo está dentro de mí.
El miedo se hace fuerte si se lo permito, pero a veces, solo a veces...se lo permito. Dejo que recorra mis venas, que se funda conmigo, que me asuste, que me aturda, que me deje paralizada. Luego, cuando ya lo he sentido dentro de mí lo vuelvo a echar, lo desalojo, converso con él, le cuento que una vez viví con él pero que ya le abandoné, que solo le dejo estar conmigo de vez en cuando para sentir que sigo viva, para saber valorar lo que tengo.
Miedo de perder lo que se ama, ese es el peor miedo, el atroz, el asesino. Pero lo destierro, como a un infectado, no tiene nada que hacer conmigo. Vuelvo a ser fuerte, vuelvo a ser feliz, vuelvo a ser yo.
Miro al futuro y tengo optimismo, tengo esperanza. Esperanza de que todo tenga sentido, esperanza de que si en algún momento estoy en el precipicio y no puedo retroceder, alguien me agarrará por la espalda, me alejará del peligro, me mirará a los ojos y me dirá: "Quédate conmigo".

1 comentario:

TORO SALVAJE dijo...

Hola Rachel.
En esa batalla andamos todos.
Al miedo hay que temerlo y controlarlo.
Va a estar siempre dentro.

Besos.